Genética y Yoga
22/01/2014
MOLDEANDO NUESTRA GENÉTICA MEDIANTE EL YOGA Y LA MEDITACIÓN
De todos es sabido que nuestra vida obedece a la Ley de la Impermanencia, esto es que todo está en continuo cambio, nada es permanente, ni siquiera los momentos malos o de crisis en donde parecería que nunca llegan a su fin, siempre hay un cambio de ciclo, un paso de página, la llegada de una nueva experiencia que se nutre a sí misma del aprendizaje, gracias a la oportunidad que nos ofrece el propio cambio.
Las situaciones y experiencias cambian, pero la buena noticia es que nosotros como personas también cambiamos, y tenemos la oportunidad de aprovecharnos positivamente de los cambios.
Cuando hablamos de cambios en la persona, nos referimos a los aspectos de la personalidad, pero también a los cambios fisiológicos, y más concretamente de nuestro cerebro, a nivel neuronal, en su desarrollo y funcionalidad sináptica (conexión entre neuronas), incluso en su crecimiento y mantenimiento a lo largo de los años.
Durante años, la ciencia médica nos han enseñado que cuando nacemos el cerebro se forma y se desarrolla en los primeros años de vida, y que según envejecemos, este se va deteriorando hasta perder la funcionalidad que mantenía durante nuestra juventud. Sin embargo, afortunadamente hoy en día hay también pruebas científicas que demuestran la falsedad de esta teoría, aportando importantes evidencias a través de un nuevo campo de estudio denominado neuroplasticidad, que se basa en la capacidad de la mente para aprender, y por tanto para cambiarse a sí misma.
Se ha comprobado que la actividad mental moldea la estructura neuronal de nuestro cerebro. A mayor actividad mental, mayor actividad neuronal. Cuando las neuronas se disparan juntas, desencadenan una sinapsis, formando y cableando nuevas neuronas. En contraposición, la poca actividad sináptica, hace que la ley de la supervivencia mantenga activas a las más trabajadoras, en definitiva, o las usas o las pierdes. Se sabe que un niño de dos años genera tres veces más sinapsis que un adulto.
Esta es una de las razones por la cual el Yoga y la Meditación, prácticas consideradas ancestrales, representan el medio idóneo para reforzar nuestra actividad neuronal, y al tiempo no permitir el declive prematuro de nuestra potencialidad cerebral y su capacidad para seguir desarrollándose. Podemos mejorar nuestro cerebro a medida que envejecemos ejercitándolo, mediante la realización de actividades que nos inspiren y mantengan nuestra atención despierta.
Otro campo importante de la ciencia, la Epigenética, también a contribuido a tirar por tierra el arraigado concepto sobre que “nuestra genética es fija e inmutable”. Tal y como hemos dicho antes, la ley de la impermanencia no podría ser menos también en esta materia. Nos han enseñado que si un gen lleva el contenido de una enfermedad, y heredamos dicho gen, podrían darse las circunstancias de contraer la enfermedad con tan sólo activarse dicho gen, sin que podamos evitarlo. La Epigenética trabaja sobre la base que nuestros genes están condicionados por el medio al que están expuestos, esto es, el medio ambiente, nuestros hábitos alimenticios, el aire que respiramos, las experiencias emocionales, nuestro estilo de vida y también el de nuestros antepasados, etc. Y que todo ello puede llevar a cambiar incluso el paquete informativo de ese gen portador de la enfermedad. Luego, según esto, podemos incluso cambiar nuestra genética. La cuestión es conocer los mecanismos necesarios para hacerlo. Si vivimos un estilo de vida saludable y conscientes de nuestro medio, es posible que algunas expresiones genéticas no lleguen nunca a expresarse, y que evitemos muchas enfermedades.
Yoga y Meditación, una oportunidad para cambiar la genética.
Recientemente se ha publicado un proyecto de investigación por la Universidad de Oslo en Noruega, que sugiere que mediante el Yoga se pueden llegar a conseguir rápidos avances y cambios positivos en nuestra expresión genética.
Ya hemos oído y leído repetidamente que el Yoga y la Meditación ayudan a mantener un estado de bienestar, salud y equilibrio en la persona, pero hasta el punto de encontrar pruebas científicas que ratificaran este hecho, no se había tenido constancia hasta ahora.
El proyecto dirigido por Fahri Saatcioglu, profesor de Biología celular y molecular de la citada Universidad, llevo a cabo un retiro de Yoga de una semana en Oppenau -Alemania, para experimentar con un grupo de 14 voluntarios acerca de los efectos de la práctica del yoga, la meditación, y de la respiración yóguica (denominada Pranayama ), sobre los cambios genéticos, comparando el estudio con los mismos voluntarios llevando a cabo paseos por la naturaleza y escucha de música relajante. Los participantes se sometieron a dos días de práctica de dos horas cada día con realización de posturas (asanas) de Yoga, Pranayama y Meditación, con especial incidencia sobre las prácticas respiratorias. Igualmente pasaron otros dos días con una hora de paseo por la naturaleza y una hora de escucha de música.
Antes y después de cada sesión, los investigadores extrajeron sangre de cada participante, y aislaron ciertas células mononucleares de sangre periférica (como los linfocitos), que juegan un papel fundamental en el sistema inmunológico del cuerpo. Los resultados fueron que el paseo por la naturaleza y la escucha de música, cambiaron la expresión de 38 genes en estas células inmunes, mientras que el programa de Yoga produjo cambios en 111 genes. En total se apreciaron cambios en 14 genes comunes con ambas prácticas.
Este estudio demuestra que el Yoga y prácticas afines conllevan a cambios rápidos positivos en la expresión genética de nuestro cuerpo, mucho más que un paseo por el campo o que la escucha relajada de música. Ambas actividades, concluyeron los investigadores, conllevan cambios importantes, pero el impacto de la práctica del Yoga es mucho más significativo, afectando a los procesos biológicos más rápidamente.
La práctica de Yoga no tiene edad
Son muchas las actividades de tipo físico que limitan su práctica por cuestiones de edad, de modo que llega un momento en que hemos de abandonar y buscar una actividad sustituta. Sin embargo el Yoga, por su enfoque integral de la persona, en donde no sólo se cuida el cuerpo físico a tono con la edad, sino que integra prácticas tan importantes como la Meditación y el Pranayama, está diseñado como un sistema abierto y práctico para cualquier persona, con independencia de la edad o la condición física. La práctica regular de Yoga nos asegura un bienestar y una salud duraderas, gracias a los beneficios que aporta, no solo desde el punto de vista mental y emocional, sino también desde el fisiológico.
Afortunadamente nuestra sociedad está cambiando, y en ese cambio el Yoga participa cada vez de manera más activa en el mantenimiento de la salud y el bienestar de las personas, mejorando la calidad de vida, y como no, también de la esperanza de esta.